Sus primeras obras, todas realistas, representan escenas. Influido por el surrealismo, pinta cuadro como La loba (1943, Museo de Arte Moderno, Nueva York). En 1947, elimina de sus obras todo símbolo reconocible y empieza a pintar composiciones absolutamente abstractas por medio de una técnica que ha de convertirse en leyenda junto con el propio artista: el dripping o chorreado. Consiste en gotear y salpicar la pintura sobre una tela sin tensar colocada en el suelo en lugar de los tradicionales pinceles.
La materia pictórica (que no suele ser óleo, sino algún tipo de esmalte opaco o barniz industrial, como los usados por primera vez por el propio Pollock en torno a 1947) se deja gotear sobre la tela extendida en el suelo desde un contenedor agujereado o se esparce mediante salpicaduras, directamente con las manos o mediante el uso de pinceles o cualquier otro instrumento.
En los años cincuenta y los sesenta, el dripping fue frecuentemente empleado por los movimientos informatistas europeos.
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